18 de junio de 2009

S.S. Seguimos Sumando

Graves denuncias sobre
la situación laboral en La Alumbrer
a

Accidentes evitables que provocaron muertes o daños irreversibles en la salud de operarios son ocultados por Minera la Alumbrera, según el relato exclusivo para Catamarcactual de un ex chofer de camiones Caterpillar y un ex mecánico de la mina.

“La producción está sobre todos. Está sobre los derechos humanos, sobre la seguridad” nos relataba un ex operario de máquinas que trabajó durante 8 años en la mina, y cuya identidad mantendremos bajo reserva por el momento bajo el seudónimo de José.

El hombre, despedido hace unos años de la empresa nos contó que casi ningún empleado que trabaja o trabajó en la mina quiere hablar de su experiencia: lo que sienten “no es cierto temor, es un constante temor”. Junto a él, un ex mecánico con vasta experiencia en la mina nos proveen de un relato imperdible sobre los supuestos accidentes silenciados, abusos y persecuciones laborales de la empresa para silenciar las graves irregularidades que ponen un manto de sombra a la ya muy controvertida imagen de la mina más importante del país.

Inseguridad en el trabajo

José, ex operador de los enormes camiones Caterpillar 793 (CAT793, con capacidad de carga de 250 toneladas) comenzó relatándonos como se ignorarían ciertos estándares de seguridad que ponen en peligro la vida de los trabajadores de la mina. Al respecto, indicó que la Alumbrera no aplica correctamente el sistema “Pass” cuya finalidad es clasificar los días de trabajo de acuerdo a la existencia o no de fallas de seguridad. Un día A es un día sin fallas; B existió algún problema; y C es un día con problemas graves de seguridad. Se informaba sobre el día anterior para tomar las precauciones correspondientes. Nuestra fuente reveló que cuando informaba a un supervisor problemas que podrían encuadrar a un día como “C” lo ponían “en el banquillo de los acusados” y se ignoraba la advertencia para permitir que el proceso de producción continuara sin interrupciones.

El ex operario reveló que cuando informaba sobre un componente de los equipos que debía ser reemplazado por haber sobrepasado las horas estipuladas de uso (medido por odómetros y otros instrumentos), se ignoraba el informe para permitir que se siguiera produciendo sin tener en cuenta el peligro que representaba para la seguridad de los operarios. Un ex mecánico que trabajó varios años en la mina (que también prefirió usar un seudónimo, Adrían) agregó que muchos supervisores no contaban con la capacitación suficiente para ejercer sus cargos “yo he tenido un supervisor el que me preguntaba a mí cómo tenían que funcionar los equipos o cómo se llamaban los componentes del camión (…) si esa persona no está capacitada, ¿que te puede explicar?”. Agregó que todos los manuales de servicios y partes de los equipos venían en inglés, lo que creaba un problema extra pues había que capacitarse con el fin de no cometer errores en la traducción, para la cual existe además un software que varios supervisores no sabían manejar correctamente. “Hay un montón de accidentes inhabilitantes que ellos no quieren reconocer” subrayó Adrián.

Uno de ellos lo sufrió José :“A mí se me reventó el motor yendo en movimiento con el camión cargado, corriendo el riesgo que me incendie porque trabajan a altas temperaturas. Era un solo charco de aceite caliente y todos los líquidos que lleva” relató José.

En efecto, Adrián, el ex mecánico de la mina precisó que el CAT 793 puede transportar casi 12.000 litros entre gasoil (4500 litros), diversos tipos de aceites hidráulicos (4600 litros) y otros aceites (cerca de 3000 litros).

En el caso de José, fue un accidente sin consecuencias; pero otro operario no corrió con la misma suerte: “a un pibe se le quemó el camión mientras descargaba, se le reventó una manguera de líquido hidráulico y [el camión] se prendió fuego. Se estaba quemando la cabina, no tenía por donde bajar del equipo y el chango se largó de 11 metros de altura; y se quebró los dos tobillos”. Lejos de indemnizarlo y darle un retiro, José afirmó que sólo le dieron licencia hasta que pudo recomponerse parcialmente y volvió al trabajo con secuelas de dolor permanente en sus pies.

Otra de las costosas máquinas que circulan por la mina son las perforadoras. Adrián nos explicó que requiere de 8000 voltios para moverse y se alimentan a través de unos gruesos cables que, por su peligrosidad, deberían ser sólo manipulados por personal experto en electricidad. La realidad, es que los operarios de los CAT también deben manipularlos quedando expuestos a un potencial “arco voltaico” que es una peligrosa descarga eléctrica similar a una llama.
En el año 2005, relata José, una falla técnica casi termina con la vida de un electricista que usualmente manipulaba estos riesgosos equipos. Por un problema de comunicación radial, el operario habría escuchado la orden de “conectar” cuando en realidad la orden era “no conectar” el cable a un tablero eléctrico móvil. Cuando intentó enchufarlo, recibió una descarga de alto voltaje. Lo llevaron grave a Tucumán, donde salvó su vida milagrosamente a pesar de las graves quemaduras en uno de sus brazos, rostro y cuerpo.
”Cuando suceden estos accidentes, -señaló José- la política es aislar la zona, donde sólo pueden entrar los subalternos y los superiores que son los que deciden la situación”. José subrayó que de esa forma dan la versión que elaboran de acuerdo a sus intereses.
El operario eléctrico volvió a la mina, de la que se retiró poco tiempo después.

La ART no aparece

Los ex empleados coinciden en que todos aquellos que sufren secuelas tras accidentes laborales (se afirma que hay varias personas con lesiones originadas en el trabajo) no serían derivados a la ART para que se trate el caso, sino “que le buscan la vuelta para echarlo”.

Adrián nos contó que diversos médicos de la empresa le mal diagnosticaron una lumbalgia y luego una neumonía cuando en realidad tenía una micosis profunda (una severa penetración directa del hongo en la epidermis, dermis y tejido subcutáneo) que lo aquejó durante meses y le dejó secuelas en el rostro. “Acá me trataban de una dermatitis que decían que era un pelo encarnado en la barba”, añadió el ex mecánico. Sin ayuda de AOMA (la obra social de la empresa “que no la recibe nadie” según sus palabras) su vida estuvo en peligro pues prácticamente respiraba con un solo pulmón. Con el tiempo fue recuperándose hasta se le generaron cálculos en los riñones debido a todos los medicamentos que tomaba. Tuvo otra vez que hacerse tratar en Buenos Aires. Nunca tuvo noticias de algún visitante de la ART en ninguno de los lugares en donde se internó. Recién un año después, la empresa le realizó dos auditorías médicas que lo avalaban para volver al trabajo, pero fueron supuestamente ignoradas por el gerente de Recursos Humanos, quien le negó la reincorporación a la mina.

Nuevas versiones de accidentes fatales

Además se citó el caso ocurrido el 4 de julio del 1998 de Edith Carrasco, (quien entonces contaba con 19 años y era oriunda de Belén) y su instructor, que cayeron juntos al precipicio cuando ella manejaba una CAT 988 (que en la jerga le llaman “pato”), especialmente diseñado para redistribuir los escombros dejados por las topadoras al costado del camino en las “fases” escalonadas de la mina. Estos escombros formaban una barrera de contención (cuyas dimensiones son estandarizadas) para evitar las caídas hacia los peligrosos acantilados que descienden en espiral hacia el fondo de la mina.
Al tratarse de un entrenamiento, debía realizarse en un sector completamente seguro, es decir, en un ligar cerrado fuera de los acantilados y no -como afirma José- en mismo camino de la mina, un lugar inseguro para la capacitación de un principiante.
En efecto, una mala maniobra de la chica la dejó con las ruedas y el espejo en el precipicio. La joven, entre la confusión y el temor, aceleró en vez de hacer reversa y cayeron al precipicio provocando la muerte de ambos. Si bien se dio a conocer el accidente, la empresa nunca mencionó que la maniobra de entrenamiento se había efectuado en un sector no autorizado.

La Alumbrera también desmintió una posible falla mecánica en el accidente fatal que se produjo fines del año pasado, y que terminó con la vida de Santiago Gerván, de unos 30 años. El camión que conducía se desbarrancó imprevistamente cuando transitaba por el yacimiento a cielo abierto de la mina. Tas realizar su propio estudio, la empresa concluyó que la falla fue humana. Los ex empleados sospechan que la Alumbrera ocultó los resultados pues nunca se habría sabido con certeza la causal del accidente. Al respecto, Adrián agregó que el se ofreció para realizar las pericias en el siniestro y nunca recibió respuesta pese a ser uno de los mecánicos más experimentados de la mina. Lo único que salió a la luz sobre el accidente sucedido el 22 de noviembre del 2008 fue la versión de la empresa.

Estos son sólo algunos casos que se afirma, sucedieron realmente. Según se puede juzgar a primera vista, lo que aquí se conoce acerca de la transnacional es sólo la punta de un iceberg tan ominoso como sus ganancias.


Fuente: CatamarcaActual.com

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