El discurso sobre el “progreso” que representa la minería no se sostiene. La presencia de vecinos de todo el país, y un dilema sobre cuál es el lugar de la democracia.
Doscientos metros de bandera celeste y blanca envolvieron el edificio del Congreso de la Nación. La sostenían centenas de personas que bajaron desde la cordillera a la ciudad de Buenos Aires para denunciar una política presentada como progreso económico pero que en verdad atenta contra la vida: la explotación minera contamina con cianuro, metales pesados y lluvia ácida a sus campos, a sus ríos y a sus cuerpos. El martes 24 de julio, asambleístas de Catamarca, San Juan, Córdoba, La Rioja, Tucumán, Chubut, Mendoza, Jujuy, Santiago del Estero y Sierra de la Ventana reclamaron una ley que prohíba la minería a cielo abierto y la derogación lisa y llana del Código Minero. Los manifestantes protestaron con igual intensidad contra las normas aprobadas durante el menemismo como contra la política del sector que impulsa el actual gobierno.
“Despierten diputados, despierten”, exigían los manifestantes acompañados por el penetrante sonido de un erque de cuatro metros de largo que asimilaba a la manifestación con un ritual sagrado. El cineasta Fernando Pino Solanas y la cantante Zuna Rocha encabezaban la marcha, convocada por los diputados Tinnirello (Redes), Fabiana Ríos (ARI) y Alejandro Sangenis (Movimiento Tres Banderas). Un rato antes del banderazo, Cristian Cabrera, de la Comisión por los Derechos Humanos de Jujuy, invitaba a ingresar al auditorio ubicado en el subsuelo del edificio anexo del Congreso, donde se desarrolló una multitudinaria asamblea federal. “En mi provincia –dijo el jujeño- tenemos 17 emprendimientos mineros, que contaminan el agua y el aire. Las empresas vienen, explotan la montaña, se llevan metales valiosos, no dejan regalías ni trabajo, sólo contaminación”
En el auditorio, una mesa hacía las veces de púlpito. Estaba cubierta por una bandera que clamaba: “Basta de saqueo y contaminación. Defendamos el agua. Defendamos la vida”. Frente a ella se sentaron miembros de comunidades originarias, peones de campo, productores y también personas vinculada a la actividad turística.”
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